Hola!

 Mi nombre es Sandra Geraldine Huezo Davidsen. Salvadorena, casada y con residencia en Noruega.

Muchos estarán pensando que soy muy afortunada, que la situación en el país es tan terrible que Escandinavia suena como un paraíso. Que todo se reduce a empezar de nuevo una vida de ensueño.

Yo, de hecho, tenía una vida de ensueño en mi país; la llamo así porque  la cultura latinoamericana es rica en carino, solidaridad y calor humano. Y cuando se es extranjero no es facil encontrarlo de la noche a la mañana en tu nuevo hogar.

Soy de Cojutepeque, Cuscatlán. En 2001 me gradué de abogado y en 2010 culminé mi doctorado en derecho con la Universidad de Barcelona. Despacio fui creciendo en mi carrera profesional. Tuve muchas personas que creyeron en mi, y que a la fecha aún comaparten lo bueno y malo que sucede. Estuve en el gobierno y en las Naciones Unidas. Ello no me hizo cambiar, al menos eso creo.

Conocí a mi esposo por internet. Un noruego amable, distante de muchos machistas que habia conocido. A la fecha era divorciada y con un hijo. Ya no creía en los estigmas y empece a ilusionarme de nuevo. Todo fué muy rapido y despues de un año de conocer a Anders estabamos en Mo i Rana, Noruega. Estaba ansiosa por contagiarme de la cultura escandinava y compartir un poco de nuestra jocosidad y optimismo. La historia empezaria a escribirse y la vida no sería tan de color de rosa como imaginaba.

Noruega es muy resptuosa de los derechos de los niños, y estricta con cualquier situación que pueda vulnerar sus derechos. Empezaron a negar la residencia a mi hijo diciendo que ”necesitaban mas certeza de la aceptación de su padre para vivir aca”. Luché, me deprimí, me arrepenti de mi traslado y me senti culpable de como todo no tenía sentido. Aún asi, tenía muchos amigos y era ya muy conocida, la gente me aceptaba, especialmente noruegos, con mucho carino ( es decir , a su manera). Los noruegos no son muy expresivos, no puedes esperar mucha receptividad; sin embargo, se solidarizaban conmigo y no entendían como a otras  personas se les concedían muchos beneficios en Noruega, y a nosotros nos trataban como criminales.

Todo se resolvió.  Paciencia, lucha y  coraje. Sentirse aveces solo en compania. Mi esposo estuvo apoyandonos en todo momento.

La odisea de aprender la lengua e integrarme también fué complicada, pero no imposible. Si mantienes una actitud positiva nadie puede obligarte a estar triste.

Con el tiempo tuve la oportunidad de empezar a indagar sobre la situación de los migrantes. Mi cercanía con otros  extranjeros hizo nacer en mi el deseo de no ser estigmatizada. No somos diferentes; hay gente buena y mala en todo el mundo.

Inicie trabajando como maestra de español y nunca me di por vencida. Aprendía con los alumnos. Luego me invitaron a celebrar el dia internacional de la mujer y debati sobre el papel de la mujer migrante en Noruega. Esta puerta, donde me toco hablar noruego en un 100% y quiza con muchos errores, abrio muchas oportunidades para mi. Al cabo de 3 meses me converti en la líder de la primera organización de mujeres extranjeras en la ciudad. Hubiese deseado encontrar un grupo que trabajara por mi cuando llegué a Noruega.

Hace un mes, el periódico local me llamo para una entrevista. Finalmente habiamos conseguido apoyo del gobierno y empezabamos con nuestro primer proyecto. La gente se volvio curiosa y empezaron a vernos como mujeres extranjeras en el mismo nivel de las noruegas. ”Vamos a integrarnos” era nuestro lema, pero esa no será solo nuestra tarea, los noruegos deben hacer su parte y ser responsables también.

Conté mi historia! Fué un boom!

El día de la publicación me tomaba un café y la gente venia a saludarme ( noruegos sorprendidos). Mujeres extranjeras me abrazaban por la calle y otras empezaban a sonreirme en señal de apoyo y solidaridad. Ahora incluimos tambien mujeres noruegas, ellas han querido sumarse gracias al dinamismo de nuestro trabajo.

Justo hoy, 16 de diciembre de 2015, por primera vez en su historia, Noruega tiene ministro de integracion y extranjeros.  Un hito que nace paralelo a nuestro pequeño esfuerzo. Ahora somos actores; contribuimos y estamos agradecidos con este lindo país. Y lo mejor, somos los mejores embajadores sin credencial de cada lugar… Yo, sigo siendo del país de la sonrisa!

Un abrazo a todas las salvadoreñas dispersas en el mundo, esas que llenan de luz muchos de los días de las sociedades frias.

Gracias por leer esta historia.

Con todo mi cariño, Sandra.

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